EL tenis femenino en presencia de una potencial dominadora que se abre paso.


Ashleigh Barty acaba de coronar su tenis estilista y eficaz con el título de Wimbledon. La australiana superó a la checa Karolina Pliskova por 6-3, 6-7(4) y 6-3 para ganar el segundo trofeo de Grand Slam de su carrera luego del conseguido en Roland Garros 2019, además de convertirse en la primera jugadora de su país en adjudicarse el certamen londinense en 41 años.

Barty viene a ocupar un lugar necesario en el tenis femenino, la de una N°1 que ratifica su posición en un circuito volátil por excelencia con un juego que gusta por lo completo que es, uno hecho a medida para el césped puntualmente. Junto a Naomi Osaka en este último tiempo, la jugadora oceánica viene demostrando fuertes credenciales para merecer ese lugar en el escalafón.

La superficie le vino muy bien a su estilo, que también es adaptable a los demás courts. Gracias a la variedad de tiros, a un juego que mezcla lo vintage con lo aggiornado, y a un slice que predomina tanto en el juego propio y en el de su rival, Barty encaja en el paladar del público que ve en ella como una líder a largo plazo y con recursos varios para ganarse ese mote.

El sueño que arrastraba desde chica se hizo realidad. La corona de Wimbledon se la lleva la mejor tenista de la actualidad, la más completa y la que la WTA necesitaba.

Foto principal: Wimbledon