Dejando de lado los números, títulos y récords del 2015, que por cierto meten miedo, me preocupa otra cosa.

Me preocupa la forma. Porque el cierre de esta temporada para Novak Djokovic fue demasiado. Más allá de las finales ganadas (llegó a las cuatro definiciones de Grand Slam y a la final de Londres ganado cuatro de ellas y sólo cayendo en la final de Roland Garros frente a Stan Wawrinka) lo que asombró fue el «como».

En la Copa de Maestros, independientemente de la caída en round robin frente a Roger Federer, aplastó psicológica y tenísticamente a sus rivales.

Por momentos parecen como sin ganas. Ver a Rafa y a Roger resignados, rendidos ante tanto desborde, preocupa.

Más allá de las ganas o el respectivo fanatismo de cada uno.

Si no hay paridad, no hay atención. O por lo menos la suficiente. Y este cierre de 2015 me deja con esa sensación.

De ver la cara de Federer y de Nadal como diciendo: «Acá no hay mucho para hacer.» «Al tope de mis posibilidades, me excede.»

Es por lo menos la sensación que me dejaron las finales.

Si Rafa y Roger tienen la sensación de que no hay mucho para hacer frente a semejante adversario… ¿los demás?

Novak Djokovic cerró el 2015 demasiado lejos. ¿Podrá alguien intentar alcanzarlo en la temporada entrante?