Y entonces, preocupado, el joven aprendiz cargó otra vez contra el maestro diciéndole:

«Es muy difícil para mi evitar la red en cada envío, ¿tiene alguna receta para evitarla?».

El maestro se tomó un tiempo y, luego de respirar profundamente, respondió:

«Si entrenas y desarrollas a fondo tu talento, llegará el día en que la bola nunca más toque la red, porque una bola no puede tocar la red cuando no hay red».