Para muchos la mejor jugadora de todos los tiempos pone punto final a su carrera.


Donde todo empezó, parece haber terminado. En el Us Open, ante su gente, Serena grita y muestra un nivel de tenis increíble. Pero la última derecha de media cancha se queda en la red y el telón cae. Fue en tercera ronda contra Ajla Tomljanovic, luego de salvar varios match points y de vivir un partido electrizante en donde la australiana se impuso por 7-5 6-7 6-1.

La reina del tenis, la que gobernó aun no siendo la #1 del mundo por muchos años, deja atrás años de triunfos, y revisa su exitosa carrera que incluye 23 Grand Slams en Singles y 16 en dobles, 4 medallas olímpicas, 186 semanas en la cima del ranking y ser la única jugadora en ganar torneos de Grand Slam en tres décadas diferentes.

Serena en sus últimos festejos ante el público de New York.

Los números de Serena abruman a cualquiera, pero lo cierto es que ella cambió el tenis. En la entrevista post partido de segunda ronda la reportera le preguntó si estaba sorprendida de su gran nivel. Y ella lo hizo de nuevo. Solamente respondió: “Soy Serena”.

Hoy las canchas de tenis de los Estados Unidos están pobladas de niñas de color, que tienen como inspiración a una jugadora que le demostró al tenis que podía cambiar las reglas y dominarlo sin tener que bajar la cabeza. Imponiendo su condición, guste a quien le guste.

En una era donde convivieron Roger Federer, Rafael Nadal y Novak Djokovic, Serena se sentó a la cabecera de la mesa de estos grandes campeones. Ella tuvo que sufrir los ataques de su propio público, que la llegó a abuchear por tener claras preferencias con jugadoras como Jennifer Capriati. Ella forzó a que el tenis se modernice con el hawkeye o el coaching. Ella pudo, su ambición y su competitividad se plasma es esa mirada asesina, que solo parece ablandarse cuando mira a su hija.

Y así como lo dijo Nike, en su comercial de despedida, ella cambio todo.