Ya no es novedad en el mundo del tenis: Nick Kyrgios tiene un inmenso talento y puede hacer maravillas con una raqueta y una pelotita. Pero tal como sucede con una moneda, este hecho tiene dos caras, y se nota desde el arranque de su carrera como profesional. Existieron varios ejemplos en su partido de primera ronda frente a Andy Murray (que ganó el escocés 7-5, 6-3, 4-6, 6-1).

Si bien en muchas ocasiones puede hacer golpes mágicos y muy espectaculares …

… en otras se comporta como un niño en busca de atención…

… o hace algo completamente gracioso como dormir durante un cambio de lado («Sólo tomé una siesta. Está bueno para uno.»):

Al fin y al cabo, Nick Kyrgios es, literalmente, un personaje. Aún más: él es un payaso. Pero uno que muchas veces no suele ser tan gracioso.

Sí, el tenis necesita este tipo de personajes, pero la línea es muy fina entre divertir y hacer demasiado. Y el australiano pasó esta frontera muchas veces, incluso con sus comentarios.

El problema es que Kyrgios no parece entender que lo que hace no lo ayuda. «Bernard [Tomic] y yo, es tan gracioso», declaró en conferencia de prensa. «Bernard es inofensivo. Él es sólo un chico normal. Realmente no entiendo de dónde tiene esta reputación, o de dónde yo la tengo. Mostramos emoción en la cancha. Tal vez no somos los tenistas más típicos que se ven. De cualquier manera tenemos esta reputación que es realmente ridícula.»

Está bien ser divertido, salir de las fronteras establecidas. Pero como dijo John McEnroe, «No quisieras ser recordado como un payaso, sino como un jugador.» Con sólo 20 años, Nick Kyrgios todavía tiene tiempo para cambiar las cosas.