Festejamos el cumpleaños de la mejor jugadora Argentina de todos los tiempos.


Tal vez nunca supo lo que provocaba, tal vez solo era una chica jugando tenis. Tal vez, el mundo por un momento habló el mismo idioma, se emocionó de la misma forma y admiró a la misma mujer.

Gabriela es nuestra hermana, nuestra novia, nuestra amiga. Metida en nuestro corazón, vaya a saber por que conjuro. Su belleza, la ductilidad de su juego quedan en un segundo plano, cuando las personas que estuvieron cerca de ella hablan.

Vienen a mi mente las palabras de “Palito” Fidalgo, de Alberto Osete, de Inés Gorrochategui, Gaby es unánime, ni el mismísimo Federer, tiene ese poder. A Gaby la quiere el mundo. A veces pienso como reaccionaria si la viera en persona, porque Gaby fue siempre mi talón de Aquiles.

Festejamos, nos enojamos, nos emocionamos con el ella. Como un artista, ella puede transmitir lo que siente, sin decir una palabra. Ella puede paralizar un estadio, ella pudo conectarnos en la época en la que no exitía wi-fi, directamente con su alma.

Hace dos meses, en el hall de un torneo, estaba Gabriel Urpi (ex – entrenador de Conchita Martinez), dos palabras bastaron, para describirla en su totalidad, ¿Como era Gabriela?. Y el me dijo: Gabriela era una reina.