De Villa Gesell a Italia. La historia del pibe que dejó de ser argentino para poder jugar al tenis.


Es la historia de siempre. Dinero. Pero esta vez, los astros se acomodaron solos para la Federación Italiana de tenis, que durante años trató de importar talentos criollos. El programa fracasó rotundamente, solamente dos jugadores (Bahamonde y Capalbo) accedieron a las bondades del país europeo, pero como sus carreras en profesionales no fueron tan exitosas todo quedó bajo de la alfombra. Podría haber más nombres, pero por diversos motivos, se quedaron acá con la bandera menos conveniente.

Luciano Darderi es hoy en día el mejor juvenil argentino. Sí, el mejor juvenil argentino aunque juegue para Italia. Tal vez tardará muchos años para que Luli pueda sacarse la sal del Mar de Gesell, pero la triste realidad es que nuestro país no pudo brindarle apoyo a un jugador del “segundo pelotón”. Y hoy Luciano es italiano, y posiblemente lo sea para siempre.

Con tres títulos grado uno del circuito juvenil ITF ganados en forma consecutiva este verano, Luli tal vez haga replantear algunos procedimientos de la política de desarrollo de nuestro país que a pesar de las buenas intensiones, no tiene respuestas de financiamiento para los jóvenes talentos.

Hoy se lo ve seguro. Potente, ataca, defiende, insulta. Luli es eso, un tornado. Un exceso de energía con sed revancha. El peligro de emigraciones masivas a países con mejores condiciones económicas es latente. Y el desafío de que esto no pase más dependerá de nuestros dirigentes y de los que vendrán en el futuro. Mientras tanto, ese pibe que grita cada punto con su corazón abierto, nos enseña cuando tenemos que aprender de los tiempos que vienen.