Todo fan del deporte tiene un ídolo. Contemporáneamente, muchos amantes del fútbol elegirán a Messi, otros a Cristiano Ronaldo. En el caso del tenis, me animo a decir que más del 70% (quizás un poco más o un poco menos) está con Roger Federer.

«Una mordidita». El inicio de una nueva era. Foto El Diario de Sevilla

Y es así como comenzó la historia de un suizo que fue tapa de todos los diarios cuando en el suelo londinense destronó a Pete Sampras en la cuarta ronda de Wimbledon. Ese suizo ganó su primer Grand Slam dos años más tarde en el mismo torneo, y ya no era sorpresa cuando a partir de ahí empezó a ganar casi todo lo que se le cruzaba en el camino. CASI.

Federer pierde su primera final en RG en manos de Nadal. Foto: La Soga

Me he levantado innumerables veces a las 9 de la mañana para hinchar por el exnúmero uno del mundo cuando jugaba contra un tal Rafael Nadal, y la mayoría de las veces mi sueño acababa en frustración.

Cuando se enfrentaban en Roland Garros, mi ilusión era tan grande como la del suizo (bueno, no tanto como la de él, obvio), sin embargo, el español no permitía que Su Majestad pueda ganar su primer Major en París.

Era tanta la rivalidad que había, que Nadal se había ganado mi odio. Esa manera también de festejar los puntos que tenía el mayorquín me volvía loco. Hoy en día me pregunto si fue Rafa el responsable de ese «odio» deportivo, o fue Roger el culpable de no poder apreciar al mejor jugador de la historia en polvo de ladrillo.

Nadal en el suelo de París: Una figurita repetida. Foto: Los Andes

Afortunadamente, me puedo atrever a decirme que cambié mi postura. El aprecio hacia el campeón de 20 torneos grandes sigue intacto, pero ya hace unos años que el ganador de la undécima corona en Roland Garros que se ganó mi respeto: su madurez dentro de la cancha, y su espíritu deportivo son el motivo perfecto.

Muchos dirán que Thiem no estuvo a la altura, pero el austríaco metió muchísimos balazos que en otros partidos terminan en winner. ¡En otros partidos!

Rafa emocionado. Foto: Getty Images

En Francia tenés que jugar al 101% para ganarle a Nadal en una final de RG. Y que el español no supere el 50%, claro. Porque ni con la mano acalambrada en el cierre del encuentro se vio doblegado por un Thiem que nunca bajó los brazos y parte de sus errores fueron producto de la frustración que le generaba el de manacor.

Y es por eso que la final de esta mañana fue atípica a las anteriores que ganó. En lugar de masticar bronca, disfruté del partidazo que jugaron ambos en un resultado mentiroso. De todas maneras, pese al disfrute de la definición, quiero reconocer que mi corazoncito estaba con Thiem, porque gane o pierda, con o sin respeto, Nadal siempre será mi villano favorito.

Foto: Getty Images