Si alguna vez atentaste contra la vida de alguien dentro de una cancha de tenis, todavía estás a tiempo de pertenecer a la nueva banda de chicos malos “the bad boys”.


Todo comenzó con cuando Denis Shapovalov en una serie de Copa Davis casi decapita de un pelotazo al juez de silla. Si Denis hubiera sido argentino seguramente estaría cumpliendo condena en el penal de Marcos Paz. Pero todo quedo ahí, es canadiense, unos cuantos dólares y a casa.
Vino el sillazo de Kyrgios en Roma y sus reiteradas escenas, la pseudo amputación de Stefanos Tsitsipas, hacia el brazo de su padre en un cambio de lado, la suspensión de Rublev por apuestas, los desplantes familiares de Zverev y los golpecitos amistosos a la silla de un arbitro por parte de Medvedev. Hay para todos los gustos.
Y a menos que John McEnroe fuera donante de esperma y hubiera diseminado hijos por los confines del tenis. Esta generación tiene algo en común “no toleran nada”, son mal educados y juegan como los dioses.
Y ahora ¿que se podía esperar después de Federer y Nadal?, que lo más criticable que hicieron fue sacarse el calzoncillo mal balanceado o no jugar Copa Davis. Se viene la era de los imperfectos, de los dañados, de los nuevos talentos del tenis.

¿Podrá la ATP domarlos?
La ATP pudo con todos, a fuerza de garrote o de mimos, lo hizo. Pero estos no son uno, son varios y tienen prácticamente la misma edad.
El tenis comienza a mostrar su lado podrido, porque primero vinieron los Beatles (Borg, Connors, Mc.Enroe y Vilas), después el New Wave (Agassi y Sampras) y después los grandes solistas (Federer y Nadal), pero el sueño terminó cuando unos chicos malos decidieron pegarle un tiro al sistema y mostrarle al mundo que son humanos.