Amo el tenis, como para resumirlo. Hago, hice y haré (espero) todo lo que tenga que ver con este fantástico deporte.

Me animo a rankearme bien entre los locos argentinos que más lo quieren. No creo que haya muchas personas que hayan dejado todo lo que hacían por él… aunque pensándolo bien, debemos ser varios.

Hoy el tenis vivió una jornada de fiesta (inolvidable) en Lille, Francia.

Empezó temprano con Stan Wawrinka enfrentando a Jo-Wilfried Tsonga. De visitante, con los supuestos ya solucionados entredichos con Roger y habiendo entrenado muy poco luego de las semifinales de finales en Londres.

Stan Wawrinka dió un concierto de tenis fluido y ofreció una clínica en Master de revés a una mano. No exagero si digo que el revés de ese muchacho estuvo hoy a la altura del mejor de la historia. Fue un violín, perfectamente afinado. Hizo lo que quiso cuando quiso con ese golpe y la gente lo disfrutó, en cada instante. Decir que hizo lo que quiso no es exagerar. Es una descripción objetiva y ridícula de los sucesos.

Cuatro parciales, uno de respiro contra un Tsonga que luchó cuando pudo, sellaron la victoria por 6-1 3-6 6-3 y 6-2 para darle a Stan y a Suiza el primer punto de una final que ya es de película.

Llegaba el turno de ver en acción a Roger Federer y Gael Monfils, y sabiendo que no había dudas de que el show estaría garantizado nadie imaginaba lo que sucedería.

Con Francia y una tendencia «al borde del abismo» salió LAMONF en busca de virar sensaciones y vibraciones. Y vaya si lo logró. Bastó observar su primer game de servicio, sus impactos, su juego a corazón abierto para reconocer que este no sería un partido más para él, sería uno de los mas importantes de su carrera. Roger, los franceses y el mundo no salían del asombro. Cada punto era una guerra y Gael echaba fuego por la mirada… no daba chances con su saque y estaba convencido de que podría doblegar al mejor de la historia en la final de la Copa Davis, en su casa y ante su público.

Pidió locura, se entregó por completo y contagió a las 27.400 personas presentes en el estadio.

Su paliza por 6-1 6-4 y 6-3 frente al supremo significó una ilimitada ola de aire nuevo para los mosqueteros, para el público y para el mundo que ama el tenis.

Suiza y Francia cerraron 1-1 la primer batalla de la gran final de Copa Davis. Una película que viene cargada de incertidumbre, suspenso y opiniones. Y cuyo final conoceremos inevitablemente el domingo.

He terminado con los datos duros, espero no haberlos aburrido. Intenté hacerlo divertido para que lleguen hasta acá, para mi, la parte más importante. Reservada para los valientes lectores virtuales.

Gran parte de mi infancia la dediqué a jugar al Rugby, un deporte que tiene muy pocas cosas en común con el tenis pero que me enseñó muchas cosas de lo que es un grupo y un equipo. Por eso me siento autorizado para hablarles y para decirles. Es verdad, a esta vida venimos solos y nos vamos solos. Es bueno conocernos, saber como somos y ser lo suficientemente fuertes para lidiar contra este mundo tan especial. Pero todos nosotros, por alguna u otra razón, siempre terminamos intentando compartir momentos, sensaciones, historias, con los demás.

Considero a la Copa Davis el vehículo fundamental para transformar un deporte individual en un deporte grupal. Una oportunidad para olvidar nuestros egos, nuestras premisas, esas características que a primera instancia parecen hacernos más grandes, pero que con el tiempo nos vuelven más pequeños.

Soy una persona que sigue sensaciones, las considero puras, soy fanático de la pasión, de ese abrazo con un desconocido, y de esos momentos en los que somos todos iguales, porque aunque no lo creamos, somos todos iguales. Tengamos el puesto, el dinero, el color de piel, la altura o el sexo que fuere. Somos todos lo mismo y pertenecemos a lo mismo.

Por eso considero a este torneo tan importante. Y agradezco a estos gigantes por el show que me dejaron vivir hoy.

Hoy el tenis vivió otra fiesta y mostró que la Copa Davis está más viva que nunca. Luchemos por ella, convenzamos a los nuestros de compartir, de volvernos uno tras el mismo objetivo. Aprendamos a valorar las cosas realmente importantes de este cuento que en definitiva es un suspiro.

Gracias Gael Monfils por volverte loco y volver locos a los franceses y a nosotros. Gracias por recordarnos que somos todos lo mismo y que todos tenemos la fuerza para realizar muchas cosas, aún lo que se considera imposible.

Su sonrisa, el abrazo con el equipo y la locura que se vivió hoy en Lille quedará guardada en el corazón de todos los que se volvieron locos.

Y lo revivirán cada vez que lo sientan y reforzarán la teoría de que en definitiva es lo que importa.

La cabeza es una máquina que sirve para guiar los sentimientos, no para limitarlos.

Y la locura y la pasión son la máxima expresión de lo que nos pasa. Porque no necesitamos que nadie nos lo explique.

Simplemente lo sentimos.

Hace unos días Roger Federer, tras recibir los premios de la ATP dijo una frase muy importante: «Recuerden, el tenis es más importante que cualquier persona.»

Yo les pido que respeten a la Copa Davis porque es uno de esos torneos que nos hacen sentir a todos partes de lo mismo y es para mi el mejor torneo del mundo. Por que no lo tengo que pensar, simplemente así lo siento.

 


 

2 Comentarios

  1. Que tal Diego ? como siempre impecable, debe ser complicado para una persona, que durante gran parte del año la pasa compitiendo solo ( junto a su equipo ), en un par de días adaptarse a formar parte de un equipo, los argentinos sin entrar en nombres, lo venimos penando desde hace mucho, tuvimos varias veces la posibilidad de ganarla…una pena, abrazo

  2. Vamos a empezar a extrañar los enfrentamientos con los grandes en el 2015 si es que Delpo no se suma al equipo. Deambularemos nuevamente en el limbo entre descender y ascender……. Ojalá me equivoque pero es inevitable. El equipo Argentino se va consumiendo como un farol de noche que se queda sin combustible. No hay recambio y el Ranking que tenemos es para luchar en la permanencia.

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