El sueño del cordobés en la Gran Manzana se vio truncado por el estadounidense en un partido repleto de emociones y polémicas.


La semifinal del US Open 2003 fue un partido definitorio y bisagra para ambos protagonistas. Un encuentro que marcó sus carreras. Para el triunfador, Andy Roddick, decretó el avance a su primera final de Grand Slam y la posibilidad de alcanzar el número uno del mundo, y para nuestro David Nalbandian, significó un enorme aprendizaje de cara a lo que todavía era una corta pero prometedora carrera.

Ambos jugadores ya estaban en boca de todos. Sus habilidades y grandes resultados denotaban lo que terminaría sucediendo en sus vidas tenísticas. Para situarnos en aquella edición de Flushing Meadows, debemos rememorar la presión mediática que sobrecaía en la espalda del jugador nacido en Nebraska y a quienes todos esperaban ver levantar el trofeo en Nueva York.

Todos los semifinalistas argentinos del US Open - Clarín

Cuando hablamos del cordobés de Unquillo, también hay que aclarar que su estado físico no era el mejor ya que llegaba a dicha semifinal tras disputar 3 partidos en las últimas tres jornadas debido a las suspensiones que acontecieron por mal clima. Con más de 10 horas acumuladas en el torneo, David llegó con dolores en su abdomen que le impedían estar cómodo a la hora de servir y además, se le sumaron dolores en la muñeca izquierda.

El partido estuvo repleto de drama y tal es así que, el argentino se encontró en el tiebreak del tercer set con la posibilidad de llevarse el partido con un match point a favor. ¿Que sucedió? ¿Por qué no pudo aprovechar esa oportunidad? Roddick utilizó su arma predilecta y sirvió a 222 km/h para sumar un ace más a su cuenta, uno de los 38 en todo el encuentro.

Instantes después de ese desempate, un espectador grita «out» segundos previos a que el estadounidense golpeara un revés. Un Nalbandian desconcertado dejó la pelota en la red y ahí llegó el primer conflicto. El árbitro, firme a las leyes del reglamento, le da el punto por ganado al local y así llega el set point con saque a favor para Andy.

El partido continuo y la batalla no cesó. Con molestias físicas atraídas por todos los partidos anteriores, Roddick se recuperó y emparejó el duelo llegando a un quinto y definitivo parcial que definiría todo. Con las emociones a flor de piel y 20.000 espectadores en su contra, el Rey David no soportó su furia y reaccionó frente al juez de silla.

Llegado un momento decisivo del encuentro, Nalbandian golpeó un revés paralelo que hasta el día de hoy nadie puede decir con seguridad si esa pelota entró o no. Un polémico fallo que dejó la duda de saber que pudo haber pasado si el Ojo de Halcón hubiera existido en aquella época.

Luego de tal situación controvertida, la moneda se inclinó para el lado del norteamericano, quién aprovechó el quiebre para luego llevarse el encuentro y así, dejar que el argentino vea como se le escurría de las manos un encuentro que lo tuvo a un punto de triunfar.

Tras más de 3 horas y media de batalla, Nalbandian no escondió su malestar en la conferencia de prensa: «No sé si me voy triste o caliente. Creo que luché contra muchas adversidades, porque se hace difícil pelear contra cosas ajenas al tenis. ¿A qué me refiero? A los fallos del umpire y a que en este torneo se privilegia a los jugadores norteamericanos y no al resto».

Pasaron los años y quedo plasmado en la historia un partido con sabor agridulce para el tenis argentino, que da a pensar que podría haber pasado si… Pero, ¿qué se le puede reclamar a un joven talentoso que dejó todo en la cancha luchando por cumplir sus sueños? Nada. La carrera de David iba a tener muchas frustraciones, pero también, incontables momentos de gloria deportiva.