Reformas y más reformas, parecen desfigurar el deporte, convirtiendo al tenis en un deporte de inversores y mendigos.


Hasta hoy, parecía que la impunidad sembraba todas las decisiones de la ITF; cambiamos el circuito de futuros, la Davis, la distribución de puntos, el dinero, etc. El tenis es nuestro, y hacemos lo que queremos. Ya no sabemos si se juega con net sin net, a cuatro, a set completos, con super-tiebreak en el quinto, largo, a 7 a 11.  Lo que hizo que el tenis sea un deporte global, casi el más globalizado del planeta, hoy es un cambalache de normas, que se ajustan más a intereses económicos que a deportivos.

Esta semana, numerosos jugadores se manifestaron en contra del nuevo sistema de futuros; chocolate por la noticia, yo se los avise en febrero del año pasado. Pero la ITF, estaba cerrando su nueva Davis, ya no le importan temas menores. Le damos cierta estabilidad a los pobres, los ricos seguimos adentro, y seguimos profundizando las diferencias que hoy están quebrando al tenis. Y aunque todo iba a seguir igual, pase lo que pase; un tipo alemán que se llama Zverev, dijo “no voy a jugar la Davis, con este formato”. Punto seguido: el heredero no juega.

Y mientras Federer disfruta de los dichos de Zverev y de sus mil millones de dólares,  un pibe de Villa María, que se llama Pedro (Cachin) les regala una máquina de encordar a unos chicos en el Congo. Los planes de la ITF parecen esfumarse. Los jugadores están en contra, y siguen sin escucharlos. Y a pesar que Mr. Federer tiene en todas las canastas un huevo, y sus decisiones nunca son con fines altruistas, tener al rey y al nuevo príncipe del mismo lado, podrían desestabilizar la corona.

Tenis dirigido por empresarios, que les interesa el tenis, solamente para ganar dinero. Que desconocen de la historia, del esfuerzo, y  del valor bien entendido de la tradición. “El no sabe nada de tenis” dijo Hewitt con referencia a su nuevo patrón. Mientras tanto, el tenis se desangra.