Una historia que demuestra que nunca es tarde para intentarlo de nuevo.



El caso del eslovaco Filip Polasek es otro de esos que ponen a la superación por sobre todas las frustraciones y desencuentros que conlleva el tenis en muchos aspectos. Una seria lesión en la espalda dejó sin efecto la muy buena carrera que venía haciendo el europeo, alcanzando el 20° del mundo y triunfando en 11 títulos de dobles allá por el 2013.

Hoy en día, tras la consagración en el Masters 1000 de Cincinnati en el dobles junto al croata Ivan Dodig y venciendo en la final a los colombianos Cabal y Farah (la mejor pareja del mundo), los frutos que cosecharon los esfuerzos de Polasek para volver al tenis tras 5 años de ausencia le han puesto el primer punto cúlmine de lo que el ahora llama su «segunda carrera».

«Este momento no tiene nada que ver con mi primer periodo como tenista. Ahora estoy más hambriento que nunca, quiero conseguir algo más importante», se ilusiona, y con fundamentos, un Polasek que en este 2019, a un año de retornar a la competencia, ya obtuvo dos títulos (el de Cincinnati y sobre el polvo de ladrillo de Kitzbuhel), dos finales ATP (Antalya y Gstaad) y una semifinal de Grand Slam (Wimbledon), además de 5 coronas Challenger.

Pero, ¿qué fue de la vida de Filip durante esos 5 años «desaparecido» del circuito? Lo cuenta el propio jugador: «Sufrí una grave lesión en la espalda. Tenía discos sueltos en la columna vertebral, no sentía mi pierna izquierda, no podía saltar ni ejercer presión sobre ella. Decidí parar y tratar la lesión, pero dos años después continuaba sintiendo dolor. Así que decidí comenzar a darle clases a chicos de entre 8 y 14 años en Eslovaquia, en una bella ciudad balnearia de mi Eslovaquia natal. Descubrí lo que podía hacer y había encontrado estabilidad».

Hasta que un día el destino lo cruzó con una leyenda del dobles, Mike Bryan. «Un día me dijeron que un Bryan me había llamado para entrenar conmigo. Yo estaba jugando torneos por equipos en Alemania. Pensé que era broma, hasta que apareció Mike. Entrenamos alrededor de una semana juntos y jugamos algunos partidos. Y ahí fue cuando me dijo que debería volver a la competencia», comenta el eslovaco, quien tomó la decisión de salir de su lugar de confort e intentarlo de nuevo. Y así fue que, atravesando un 2018 disputando Futures y Challengers para recuperar nivel y ranking (con muy buenos resultados), hoy en día Polasek, con 34 años, se encuentra de nuevo en la elite del tenis y con el US Open entre ceja y ceja. Porque a nadie le digas que algo es imposible, menos a Filip.

Foto principal: CincyTennis