El partido de octavos de final que jugó Djokovic en este Australian Open 2023 fue una auténtica demostración de tenis. La victima (si, la víctima) fue el crédito local, Alex De Miñaur. El score, un prueba contundente: 6-2 6-1 6-2. ¿Cómo contrastar la lesión que arrastra el serbio con este nivel impecable?
Caso extraño el de Novak Djokovic. De mostrar evidentes señales de dolor y/o lesión a lo largo del torneo a esta versión “máquina”, con todos los engranajes en sintonía fina. Muchos haters del serbio estarán nerviosos: que no tiene nada, que siempre hace teatro, que hace trampa. Hoy mismo en conferencia el serbio declaró “solo se duda de mis lesiones. Yo soy siempre el que finge”. La verdad ante todo, no hay razones probadas para desconfiar, ni de lo que ahora le sucede, ni de hechos similares que hayan desencadenado en toilets break, o el pedido de trainers. Evidentemente Novak hace de la práctica del tenis una práctica integral que trasciende lo que sucede en los matchs. Desde la alimentación hasta la meditación, con todo lo que puede haber en el medio. En ese contexto, conoce su cuerpo, sus pocas limitaciones y muchas virtudes. Y junto a su equipo de trabajo están enfocados en mejorar ese problema a toda costa. E ir día a día, partido a partido. Si hay un lugar para arriesgar, que sea un Gran Slam.
En tanto no haya pruebas de falsedad, hay que creer, y punto. Partiendo de esta premisa, hay que hablar necesariamente de sus capacidad. Allí esta su extrañeza. Es decididamente anormal lo que consigue en todos los aspectos de este deporte: el físico, el tenístico, el estratégico. El hambre competitivo. Djokovic es tan extraño que puede competir con un isquiotibial en problemas. NO ES FÁCIL plantarse en una cancha de tenis en condiciones disminuidas y competir. Y mucho menos fácil, ganar. Esta extrañeza es para pocos, quizás Rafa Nadal ha sido capaz de ganar con el físico mermado.

Lo cierto es que la imágen que había dejado Novak frente a Couacaud y Dimitrov, hoy fue borrada del mapa. Dominante desde el comienzo, agresivo en sus tiros, buscando las líneas sin especular. Y sobre todo, pensando en lo que viene, sin muestras de dolor. Las dudas sobre ese isquiotibial pasaron. ¿Pasaron? Veremos que ocurre frente a un bombardero como Rublev, que con pelotas rápidas de drive intentará generarle traslados largos. Pero no será tarea fácil. Djokovic es leyenda en Australia, en el tenis, y en el deporte. Y una leyenda vigente y en forma, es muy difícil de batir.